Charles LelandAradia es una diosa lunar italiana, no muy conocida fuera de Italia hasta que Charles Leland publicó el libro “Aradia, el evangelio de las brujas”, en 1899. Maddalena, una bruja pagana del país fue quien le dio un manuscrito en italiano, en el que se incluía folklore y tradiciones italianas, lo que fue determinante en el contenido del libro. El libro cuenta la historia del origen de Aradia y en él también se muestran rituales y hechizos.

Aradia existió realmente, se dice que nació en Volterra (Italia), el 13 de agosto de 1313 y se la conoce como reina de las brujas porque instruyó a los campesinos en conocimientos herbales, sanación y brujería, para empoderarlos y ayudarlos a evitar la opresión de los poderosos señores feudales y la Iglesia romana. Pero, como ocurre muchas veces, Aradia también tiene su leyenda. Se dice que es hija de Diana, la diosa romana, y Lucifer, el ángel caído. Diana era la oscuridad y se enamoró de la luz de Lucifer. Él tenía un gato al que adoraba y con el cual dormía siempre, por ello Diana cambió su forma con él para poder estar con Lucifer en su cama; entonces volvió a cambiar a su forma normal y de esa unión nació Aradia.

Aradia de ToscanaDiana fue quien inicialmente enseñó la brujería en la Tierra pero llegado el momento delegó esta misión a su hija Aradia, a quien había instruido anteriormente en el arte. Así Aradia descendió a la Tierra para enseñar magia y brujería, convirtiéndose en la defensora de los pobres, sin reparos a la hora de dar su merecido a quien dañara a sus seguidores.

 

Aradia es muy importante en la Wicca y el neopaganismo, considerándola como la figura de la diosa. Se la representa coronada con una luna creciente en su frente, como su madre Diana, y con aspecto joven pero sabia. Su pareja es Cernunnos o Pan y sus hierbas son la ruda y la verbena.

Un extracto del libro “Aradia, el evangelio de las brujas” traducido en el que Diana  habla a Aradia:

“Es cierto que eres un espíritu,

pero has nacido para volverte mortal ahora,

así que debes bajar a la tierra

para ser maestra para las mujeres y los hombres

que tengan voluntad de estudiar brujería en tu escuela.

No tienes que ser como la hija de Caín,

ni de la raza que se ha convertido al final en maldita y marginada por el sufrimiento,

como los judíos y los zíngaros vagabundos,

que son ladrones y bribones,

no serás como ellos.

Y tú serás la primera bruja conocida

Y tú serás la primera de todas en el mundo,

Y tú enseñarás el arte del envenenamiento.

Del envenenamiento a aquellos que son los grandes señores de todo.

Sí, tú les harás morir en sus palacios,

Y tú atarás el alma de los opresores

Y cuando encuentres un campesino rico y avaro

tú le enseñarás a los brujos, tu alumnos,

cómo arruinar todas sus cosechas con horribles tempestades

con relámpagos y truenos

Y cuando un sacerdote te haga daño

con sus bendiciones, tu le harás a él

el doble de daño, y lo harás en mi nombre,

Diana, la reina de todas las brujas.

Y cuando los sacerdotes y nobles

te digan que debes poner tu fe en

el Padre, Hijo y María, respóndeles:figura de piedra de Aradia

“Tu Dios, el Padre, y María

son tres demonios…

Porque el verdadero dios padre no es el vuestro,

ya que he venido a barrer todo lo malo

Destruiré a los hombres del mal.

Vosotros los pobres, que sufrís con hambre penetrante

y pagáis impuestos en vuestra miseria, y sufrís también

a menudo encarcelados, incluso con todo ello

Tenéis un alma, y por vuestro sufrimiento

seréis felices en el otro mundo.

Pero tendrán mala suerte todos los que os hagan daño.”

 

Aradia habla a sus alumnos, tras ser instruida en la brujería:

“Cuando haya partido de este mundo

cualquier cosa que necesitéis

una vez al mes, cuando la luna esté llena

debéis venir a un lugar desierto

o un bosque y os reuniréis

para adorar el gran espíritu de vuestra reina

Mi madre, la gran Diana. Ella querrá

impartir la brujería

a quien no la conozca aún.

Mi madre os enseñará todas las cosas

Seréis libres de la esclavitud

Y así seréis todos libres.

Hombres y mujeres estaréis todos desnudos.

Y hasta que no haya muerto hasta el último

de los opresores,

haréis el juego de la moccola di Benevento,

y haréis una cena después.”

Y todo esto fue escrito hace cientos de años… pero qué necesaria sería la ayuda de Aradia aún en nuestros días, verdad?

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